¿Qué pasa si tengo un mal jefe?

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Publicado el 24/04/25

ManpowerGroup Uruguay
ManpowerGroup Uruguay

Cómo identificarlo y qué podés hacer cuando te toca sostener un vínculo laboral con alguien así.

 

La mayor parte de las personas pasan buena parte de su vida en el trabajo, y tener un líder que no acompaña, que genera mal clima o que ejerce su rol desde el autoritarismo o la desorganización puede afectar no solo el rendimiento, sino también el bienestar emocional.

Por esto, es muy popular el dicho que asegura que las personas no renuncian a las empresas, renuncian a sus jefes. Si esto es tan repetido y conocido, entonces qué pasa cuando a uno le toca trabajar con quien no lidera bien. ¿Qué hacer al respecto?

Por empezar, hay que saber detectar si tu jefe empieza a afectar tu experiencia laboral. Es importante destacar que no se trata de que sea “mala persona”. Un mal jefe puede ser alguien que no tiene habilidades para gestionar equipos, que no sabe comunicar, que delega mal o que simplemente no está comprometido con el desarrollo del equipo.

Desde Manpower te ayudamos a detectar algunas señales de alerta:

  • No da feedback claro o lo hace solo para criticar.
  • No reconoce los logros, pero sí señala cada error.
  • Cambia constantemente de opinión sin explicar por qué.
  • Genera miedo o tensión en el equipo.
  • Acapara decisiones y no deja crecer a los demás.
  • Tiene favoritismos o falta de equidad.
  • No se hace cargo de los errores del equipo ni asume responsabilidad.

Este tipo de liderazgo deteriora el clima laboral, reduce la motivación y, con el tiempo, puede afectar tu autoestima y tu salud mental.

¿Qué hacer si te toca un mal jefe?

Cuando uno enfrenta esta situación, es necesario saber que hay acciones que se pueden hacer, sobre todo pensando en que el día a día no se transforme en un malestar continuo.

  • Registrá lo que pasa: llevar un registro (mental o escrito) de situaciones concretas puede ayudarte a evaluar si lo que vivís es ocasional o parte de un patrón. Te va a servir también si en algún momento decidís plantearlo a Recursos Humanos.
  • Intentá hablar con él o ella: a veces, la persona no es consciente del impacto de su estilo de liderazgo. Si tenés confianza (y si sentís que hay margen), planteá cómo te sentís con respeto y foco en lo constructivo. Usá ejemplos y hablá desde tu experiencia: “Cuando me das indicaciones contradictorias, me cuesta saber qué esperás de mí y eso me frustra”.
  • Cuidá tus límites emocionales: no podés cambiar la forma de ser de otra persona, pero sí podés trabajar en proteger tu bienestar. Practicar la autogestión emocional, buscar espacios de descarga y apoyarte en colegas o referentes positivos del entorno laboral puede ayudarte a sostenerte.
  • Buscá apoyo en el departamento de personas o en otra figura de liderazgo: si el mal liderazgo persiste y te afecta, es importante que el área de Recursos Humanos esté al tanto. Un equipo de RRHH comprometido no debe ser un espacio de juicio, sino un canal para buscar soluciones, mediar o acompañar procesos de cambio.
  • Evaluá tu lugar dentro de la organización: si el mal liderazgo es una excepción, quizás haya otras oportunidades internas a las que podés apuntar. Pero si es parte de una cultura organizacional tóxica o sistemática, quizás sea momento de pensar un cambio más profundo.

Hay que recordar: un mal jefe puede marcar una etapa, pero no define tu valor.

¿Qué significa esto? Lidiar con un jefe que no lidera bien puede ser muy frustrante, pero es importante que no pongas en duda tu valor profesional por eso. Tu desarrollo no debe depender de alguien que no sabe acompañar, y siempre existen caminos para construir nuevas oportunidades.