Puede que sea una de las tareas que más desafíe a quienes recién asumen el rol. ¿Es posible adquirir esta habilidad? ¿Cómo lograr hacerlo de una manera constructiva?
A la alegría por la promoción le sigue, sin dudas, una pregunta: ¿tengo todas las habilidades para el nuevo rol? Cuando se llega a ser líder es importante reconocer qué skills ya son propios y cuáles se deberán empezar a entrenar. Y uno de los que más suelen necesitar trabajar es el de poner límites de manera segura y constructiva para el equipo y la persona.
Ser líder no solo implica coordinar equipos y tomar decisiones estratégicas, sino también desarrollar habilidades de gestión interpersonal que muchas veces pueden resultar incómodas, como la mencionada de aprender a poner límites.
Quienes son nuevos en el rol pueden sentir que les cuesta establecer estos límites, pero deben saber que es una habilidad que se adquiere con la práctica, que se aprende y, sobre todo, que puede marcar la diferencia en la efectividad de tu liderazgo.
¿Por qué es importante poner límites como líder?
Los límites claros generan entornos de trabajo saludables. Ayudan a evitar el agotamiento, establecen expectativas realistas y fortalecen el respeto mutuo dentro del equipo.
Un líder que no sabe poner límites puede terminar sobrecargado, con un equipo desmotivado y enfrentando situaciones de falta de compromiso o confusión sobre responsabilidades.
Entonces, ¿cómo aprender a poner límites sin sentir culpa?
- Claridad ante todo: antes de comunicar un límite, se debe tener claro cuál es y por qué es importante. Por ejemplo: ¿Se busca que te respeten los horarios de trabajo? ¿Es necesario que el equipo asuma más responsabilidades? La claridad en lo que se espera es clave para que los demás lo comprendan.
- Comunicación asertiva, no agresiva: poner límites no significa ser autoritario. Es preciso usar un tono firme pero respetuoso. En lugar de decir: “Estoy harto de que me escriban fuera de horario”, se puede indicar: “A partir de ahora, salvo emergencias, responderé mensajes solo dentro del horario laboral”.
- Aprender a decir "no" sin culpa: como líder, es tentador querer resolver todo y estar disponible en todo momento. Sin embargo, aprender a decir “no” con argumentos sólidos ayudará a evitar la sobrecarga. Por ejemplo: "No puedo encargarme de esto ahora, pero puedo ayudarte a encontrar una solución".
- Delegar y confiar en el equipo: cuando el líder siente que todo recae en él, entonces es momento de delegar. Confiar en el equipo y dar autonomía no solo libera su carga, sino que también fortalece su compromiso y desarrollo profesional.
- Ser consistente con las reglas: no sirve de nada establecer un límite si después éste se rome todo el tiempo. Si se indica que el horario de respuesta es hasta las 18:00, pero se envían correos a las 22:00, el mensaje pierde fuerza. La coherencia es clave para generar respeto.
- Escuchar sin ceder en lo esencial: poner límites no significa ser inflexible. Escuchar al equipo y ser empático es fundamental, pero sin perder de vista lo que realmente es necesario para el bienestar del equipo y el cumplimiento de los objetivos.
Aprender a establecer límites no solo es clave para el bienestar de la persona que lidera, sino también para el rol y para el equipo. Un liderazgo efectivo no significa decir "sí" a todo, sino encontrar un equilibrio entre apoyar a los demás y cuidar de uno mismo y la posición.
Con práctica, paciencia y comunicación clara, es posible lograr que desarrollar un liderazgo sólido, respetado y saludable para todos.