Lograr que el curriculum vitae llegue a ser leído por una persona es ya un paso hacia el éxito. Tener la astucia para que la inteligencia artificial lo incluya en una primera selección es la clave para esto.
En la actualidad, el primer filtro en un proceso de selección suele ya no estar en manos de personas. Cada vez son más las empresas que incorporan softwares de Applicant Tracking Systems (ATS) o herramientas de inteligencia artificial (IA) para gestionar el alto volumen de postulaciones.
En la práctica, esto significa que antes de que un reclutador lea un currículum, la tecnología ya decidió cuáles son los que avanzan a la siguiente etapa.
Incluso, según un estudio de la consultora Gartner, más del 40% de las grandes empresas mundiales ya emplea algún tipo de ATS para filtrar currículums, analizar entrevistas o incluso predecir cómo será el rendimiento de los candidatos.
¿Cómo funcionan estas plataformas? Analizan la información de manera estandarizada y la comparan con los requisitos de la posición. Si el currículum no está bien estructurado, puede quedar descartado incluso cuando la persona tenga el perfil adecuado.
¿Qué suelen buscar estos filtros?
Los ATS y sistemas de IA están entrenados para identificar patrones. Entre los elementos que suelen priorizar se encuentran:
- Palabras clave relacionadas con el puesto. Por ejemplo, si la oferta menciona “gestión de proyectos” o “SQL”, el sistema esperará encontrar esos términos en el CV.
- Experiencia laboral organizada. Fechas claras, cargos bien definidos y logros cuantificables.
- Formación académica y certificaciones. Se valoran los nombres de títulos, instituciones y cursos que tengan relevancia.
- Compatibilidad de formatos. Documentos simples, preferentemente en PDF o Word, sin tablas complejas, imágenes pesadas o tipografías poco comunes.
- Coherencia entre secciones. Que la cronología tenga continuidad y que los datos coincidan con lo declarado en el formulario de postulación.
Cómo preparar un CV para superar el filtro
Si bien no existe una receta mágica, hay buenas prácticas que aumentan la probabilidad de que un currículum “pase la barrera” y llegue a manos de un selector humano:
- Usar el lenguaje de la oferta. Adaptar el CV a la descripción del puesto, replicando las palabras clave que aparecen en la publicación.
- Ordenar la información de manera estándar. Encabezados claros como “Experiencia laboral”, “Educación”, “Certificaciones” o “Habilidades” facilitan la lectura de los sistemas.
- Ser específico. Indicar logros con datos concretos (“aumenté las ventas un 20 %”) en lugar de frases vagas (“responsable de mejorar resultados”).
- Evitar formatos poco legibles. Diseños excesivamente gráficos, íconos o columnas pueden confundir al software. Lo simple funciona mejor.
- Incluir habilidades técnicas y blandas. Hoy muchas búsquedas cruzan ambas variables. No solo hay que listar programas y herramientas, también competencias como liderazgo, comunicación o trabajo en equipo.
La clave: pensar en dos públicos
El CV debe estar diseñado tanto para superar la lectura inicial de una máquina como para despertar interés en la persona que lo recibirá después. En otras palabras: ser amigable para la IA, pero sin perder naturalidad y coherencia humana.
Un currículum bien preparado no solo abre la puerta a la entrevista, también transmite la idea de que el candidato entiende cómo funcionan los procesos actuales de selección y sabe adaptarse a ellos.
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