Esta cualidad es una de las más valoradas en estos días, por eso vale la pena centrarse en cómo entrenarla para usarla a favor.
En la actualidad los talentos tienen muchas cualidades que mostrar a los ojos de los empleadores, y la inteligencia emocional (IE) es una de las más valoradas. ¿De qué se trata? Es la capacidad de identificar y gestionar las emociones propias y las de los demás.
Tanto es así que la IE ha demostrado ser una cualidad altamente valorada para identificar a potenciales líderes, para detectar el espíritu empresarial dentro de las organizaciones y para ver el futuro de la empleabilidad de los candidatos. Es más, quienes han obtenido el mayor puntaje en IE en algunos test fueron quienes demostraron tener mejores resultados en sus relaciones sociales y en la salud en general, incluso la mental.
Claro está que hay quienes tienen naturalmente una alta puntuación de IE, pero para quienes no es el caso, no deben quedar al margen: puede ser entrenada.
Hay un punto que se debe resaltar: la IE es una combinación de diferentes rasgos de la personalidad, por eso en gran parte es hereditario, pero también tiene mucha influencia de la cultura, en esta parte es donde se puede trabajar. ¿Cómo se desarrolla? Identificando los valores a favor, haciendo pie en ellos para desde allí generar luz para iluminar las partes más débiles.
Identificamos cinco elementos esenciales para desarrollar la IE:
Convertir el autoengaño en autoconciencia
La personalidad, y por lo tanto la IE, se compone de dos partes: identidad (cómo nos vemos a nosotros mismos) y reputación (cómo nos ven los demás). Para la mayoría de las personas, existe una disparidad entre estas partes. La autoconciencia real se trata de lograr una visión realista de las fortalezas y oportunidades de mejora de uno, para entender cómo éstas se comparan con las de los demás. Por ejemplo, la mayoría de las personas califican altamente su propia IE, sin embargo, solo una minoría de esos individuos será calificada como emocionalmente inteligente por los demás. Una manera de sortear esto, es realizar evaluaciones de IE que arrojen datos concretos.
Salir del enfoque propio e incorporar las devoluciones de otros
Prestar atención a las palabras de los demás equivale al éxito profesional. Un síntoma de tener baja IE es justamente no hacer esto y optar por lo contrario: ignorar las opiniones y consejos de quienes lo rodean.
El desarrollo de un enfoque centrado en los demás comienza con una apreciación básica y el reconocimiento de las fortalezas, oportunidades de mejora y creencias individuales de los miembros del equipo. Las conversaciones que surjan en el equipo deberán inspirar formas de crear oportunidades para la colaboración, el trabajo en equipo y la creación de redes externas.
Ser agradecido y amables en el trato
Cuando uno tiene buenos modales, es sociable y brinda colaboración a colegas y compañeros tiene mucha más empleabilidad, pero también denota tener una alta IE. Estas personas tienden a ser cooperativas, amistosas, confiadas y desinteresadas. En cambio, del otro lado de la moneda están los cautelosos y críticos, quienes prefieren el conflicto. Pero éstos últimos suelen ver cómo se erosionan rápidamente sus relaciones y vínculos.
Enojo bajo control
La pasión y el entusiasmo intenso pueden cruzar fácilmente la línea para convertirse en mal humor e irritabilidad cuando hay presión. En el mundo de los negocios, quienes se sienten particularmente decepcionados o desalentados cuando surgen problemas no son bienvenidos en los roles de toma de decisión. Quienes sufren y caen ante la presión y se vuelven temperamentales deben ponerse a trabajar para detectar qué situaciones los hacen reaccionar más rápido para prever esos momentos y tener a mano ejercicios de relajación para sostener la calma.
En un mundo laboral cada vez más competitivo, recomendamos que los talentos pongan cada vez más en práctica su inteligencia emocional para conectar con mejores oportunidades de crecimiento profesional.
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