Son los más jóvenes del mercado laboral, pero llegan con nuevas perspectivas sobre cómo equilibrar sus aspiraciones personales y las profesionales.
Cuando hablamos con quienes hoy ingresan o ya están activos en el mundo laboral —esa camada de jóvenes que muchos identifican como Generación Z— descubrimos que el bienestar no es solo un “plus” sino un eje central de sus decisiones.
Esto lo muestra la reciente encuesta global Generación Z y Millennials 2025. Crecimiento, búsqueda de dinero, propósito y bienestar, realizada por Deloitte. La misma asegura que los jóvenes están en búsqueda de lo que ellos mismos definen como la clave para lograr su felicidad laboral: dinero, sentido y bienestar.
Esto significa que para ellos tener un buen salario es necesario, pero no suficiente; el trabajo tiene que permitirles crecer, aprender, desarrollarse, y al mismo tiempo cuidar su salud —en sentido amplio— física, mental y emocional.
Uno de los aspectos más sensibles para esta generación es la salud mental. El informe indica que solo alrededor del 52% de los jóvenes Z califican su bienestar mental como “bueno” o “muy bueno”.
Por otra parte, el 40% reporta sentirse estresado o ansioso “toda o la mayor parte del tiempo”.
Las causas no son solo laborales: incierta situación financiera, expectativas de vida, presión social y mercados cambiantes también pesan. Para RRHH, esto significa que no basta con hablar de flexibilidad: hay que diseñar un entorno que cuide la salud mental como parte integral del empleo.
Para esta generación, trabajar no es únicamente “ganar un sueldo”. El 89% de los Gen Z consideraron que el sentido o propósito tiene impacto directo en su satisfacción laboral y bienestar.
Aquellos jóvenes que sienten que su trabajo les permite “hacer una contribución a la sociedad” presentan mejor bienestar: según el informe, entre quienes declararon buen bienestar, 67% de Gen Z pensaron que su empleo les permitía ese impacto, contra 44% de quienes declararon mal bienestar.
El dinero importa —y mucho— para los jóvenes. Deloitte reporta que 48% de los Gen Z no se sienten financieramente seguros, frente al 46% de los millennials.
La inseguridad financiera atenta contra el bienestar en su conjunto: cuando no hay estabilidad económica, es difícil sentirse pleno, creativo o con energía para comprometerse. Para RRHH, esto demanda políticas de transparencia salarial, incrementos claros, beneficios que equilibren o alivien la presión, además de hablar abiertamente sobre dinero y seguridad.
El informe señala que la mayoría de Gen Z no tiene como meta principal llegar a posiciones de liderazgo, sino más bien sentirse útiles, alineados y bien tratados.
Y en ese camino, el bienestar aparece como factor de retención: los jóvenes valoran empresas que cuiden su salud mental, que ofrezcan flexibilidad, formación, posibilidad de aprendizaje y ambientes inclusivos.
Para quienes gestionan personas, el mensaje es claro: los esquemas tradicionales de motivar solo con ascensos, bonos o jerarquías se están quedando cortos. Los jóvenes preguntan: “¿Qué me aporta esto en bienestar?”, “¿Me permite crecer?”, “¿Me cuidan como persona?”. Así, algunas recomendaciones puntuales:
Por esto, hay que tener en cuenta que la Generación Z está redefiniendo el vínculo entre trabajo y bienestar. No quieren solo un “empleo seguro”: quieren un ambiente donde puedan crecer, sentirse bien y hacer algo que importe.
Para RRHH, esto supone un cambio de paradigma pero también una gran oportunidad: quienes logren articular crecimiento, sentido y bienestar estarán mejor posicionados para atraer, comprometer y retener ese talento joven tan buscado.