El estudio Future Forward. Perspectivas 2025: Prioridades Clave de los Líderes Tecnológicos, publicado por Experis, describe a las organizaciones y les da un diagnóstico para saber de qué tipo son.
A medida que las organizaciones atraviesan procesos de cambio cada vez más veloces, el nivel de madurez tecnológica y organizacional se convierte en una brújula para entender dónde están paradas y hacia dónde pueden crecer.
El estudio Future Forward. Perspectivas 2025: Prioridades Clave de los Líderes Tecnológicos, publicado por Experis, la marca especializada en la industria TI de ManpowerGroup, clasificó a las empresas en cinco categorías según su desempeño en áreas clave como transformación digital, ciberseguridad, sostenibilidad, gestión de riesgos y ética corporativa.
Este análisis deja algo en claro: más allá de a qué categoría pertenece cada organización, en todas, el factor humano sigue siendo el gran habilitador del cambio.
Ahora bien, entender estas categorías no solo ayuda a diagnosticar en qué etapa se encuentra cada organización, sino también a diseñar estrategias de talento que acompañen y aceleren su evolución.
¿Cuáles son estas categorías?
Una de cada cuatro empresas ya se posiciona como líder. Son organizaciones que no solo invierten en tecnología, sino que logran integrarla a su estrategia de negocio. Se destacan por tener una orientación clara hacia el cliente, una cultura de mejora continua y estructuras internas preparadas para gestionar el cambio con agilidad.
Estas compañías suelen contar con equipos transversales, líderes digitales, sistemas de capacitación continua y políticas de bienestar bien integradas. La gestión del talento se alinea directamente con los objetivos estratégicos del negocio.
Los cazadores se ubican apenas por debajo de los líderes, pero muestran un compromiso muy fuerte con dos ejes clave: la transformación digital y la sostenibilidad. Son compañías que avanzan rápido, con foco, aunque aún pueden tener desafíos en lo operativo o en la gobernanza interna.
Las empresas seguidoras están en movimiento. Tienen avances moderados en digitalización y ciertas políticas implementadas, pero aún carecen de madurez en áreas como la gobernanza de datos o la ética organizacional. Esto puede deberse a estructuras rígidas, liderazgo más tradicional o inversiones aún tímidas en IT.
Una de cada cinco empresas muestra bajos niveles de transformación digital, escasa sostenibilidad y poco desarrollo en términos de ética corporativa. Aunque pueden tener recursos o historia en el mercado, les cuesta adaptarse a las exigencias actuales.
El grupo más desafiante es el de los indecisos. Son empresas con escasa inversión en TI, alta resistencia interna al cambio y dudas sobre la adopción de nuevas tecnologías. No se trata solo de falta de presupuesto, sino de una cultura que aún no visualiza el valor de transformarse.
En estas organizaciones, se recomienda empezar por pequeñas acciones (programas de innovación interna, espacios de escucha, embajadores del cambio) para ir poco a poco construyendo una cultura que promueva la innovación y baje la resistencia al cambio.
El camino del cambio es colectivo
Adoptar mejores prácticas tecnológicas y organizacionales permite que incluso las empresas más indecisas evolucionen hacia un liderazgo transformador. Y esa evolución no ocurre solo en el área de TI o desde la dirección general. Requiere una gestión de talento que inspire, acompañe, escuche y se anime a transformar.
En 2025, más que nunca, las empresas se definen no solo por su tecnología, sino por las personas que las componen. Y, en este sentido, los departamentos de Capital Humano tienen un rol protagónico para fomentar el buen camino.